La vi una vez mas.
Siempre la veía tomar el mismo camino a su
trabajo, vi su sonrisa amplia y me pregunte: ¿Cómo será su piel?
Podía imaginarla mucho, tengo una gran
cantidad de tiempo para hacerlo y además una mente demasiado activa para eso.
Imaginaba su suave piel trigueña, lo hermosa
que se vería extendida para mí en esta cama o tal vez el suelo, o cualquier
otra superficie que me permita dejarla a mi merced. La sola idea de eso me
excito. Ella tarareaba alegremente, tan dulce. No la toque, no quería
espantarla… aun.
A mi lado el idiota que me seguía gimió.
—no quiero hacerlo otra vez. —dijo.
—tú no vas a hacer nada. —le recordé —lo
hare yo.
Gimió una vez mas pero no dijo nada.
Volví mi atención de nuevo a la belleza que
se alejaba, llevaba una semana observándola aprendiendo todo lo que debía saber
de ella. Tenía que hacerlo si quería que fuera mía, y hoy seria mía. Lástima
que las que eran así no duraran mucho, no para mí.
Espere a que no hubiera mucha gente y nos
colamos a su casa, para eso necesitaba a idiota, para eso y algunas cosas mas.
Esperamos a que volviera del trabajo y cuando lo hizo le dimos una hermosa
bienvenida.
La golpee en la cabeza cuando entro en la
habitación.
—¿Qué haces? —me dijo el idiota
molestándome, en cambio dije:
—es linda. —él asintió sin dejar de
sonreírle. —apuesto a que es dulce también.
El asintió muy efusivamente.
—es muy dulce. —coincidió.
Reí de forma cruel.
—no de esa forma. —él idiota se sentó y lo seguí
solo para decirle: —apuesto a que es dulce toda ella, sus labios deben serlo,
su cuerpo debe serlo. —él empezó a negar con la cabeza negando a levantar la
mirada de sus manos —te imaginas lo dulce que será su centro, tal vez yo pueda
averiguarlo.
Gatee hasta ella y acaricie su rostro bajo
la atenta mirada del idiota.
—cuando me canse de jugar con ella, tocando
todo, tal vez y solo para ti —lo señalo —conserve algo para recordarla.
—¡NO! —grito.
—un dedo, sus manos son bonitas. —el grita
una vez mas —un trozo de piel o tal vez sus hermosos dientes para que la
recuerdes sonreír.
El empezó a mecerse poniendo sus manos en
los oídos y tarareando algo sin sentido, sin sentido para mi.
Mire a la hermosura que me hace ser malo,
mas de lo normal. Sus ojos estaban demasiado abiertos y miraba sin ver, quiso
reaccionar pero era demasiado tarde.
La sostuve con fuerza contra mi y la golpee
callando un grito que aun no se formaba, estaba tan asustada para atinar a
hacer algo para detenernos. Rasgue sus ropas e hice todo lo que imagine hacerle
desde que la vi la primera vez hasta que me canse de ella.
Cuando la policía llego, alertada por los
vecinos que oyeron los gritos, ya había acabado. Con todo.
El idiota se seguía meciendo en el suelo,
pero estaba junto a mi hermosa obra: Un
cadáver extendido y cubierto de sangre.
—no fui yo —levanto ambas manos rindiéndose
demasiado fácil, lo que me hacia preguntarme ¿Por qué me quede tanto con él?
—fue él. —me señalo y me reí —deja de reírte —me grito a la vez que me señalaba
con la mano.
Los policías se miraron entre ellos, pero
no le dijeron nada. El idiota lo averiguaría pronto.
Me gire alejándome de los gritos de este y
camine buscando a mi siguiente amigo.